La misión de la Armada de Chile marca un avance significativo en la presencia trasandina en el continente blanco, siendo que previamente el rompehielos Almirante Viel realizó su primera navegación en el marco de una comisión científica en aguas antárticas.
El nuevo buque chileno cruzó el Pasaje de Drake en condiciones favorables, rumbo a la isla Pedro I, situada a 560 kilómetros al oeste del continente antártico. Esta isla deshabitada es reclamada por Noruega y el establecimiento de una estación meteorológica es relevante debido a que Chile no ha inaugurado una base permanente desde 1995.
Construido bajo el Proyecto Antártica I en los astilleros ASMAR, el Almirante Viel con capacidad de 10.500 toneladas, se presenta como una de las embarcaciones más avanzadas de su tipo. Su diseño le permite operar en condiciones adversas, quebrando hasta un metro de hielo.
Con una autonomía de 60 días y la posibilidad de alojar hasta 34 científicos, la embarcación se prepara para llevar a cabo tareas esenciales en las próximas expediciones, incluyendo la recolección de datos sobre la biomasa y la fauna marina.
Este hecho subraya el interés de Chile en la zona e implica un enfoque renovado hacia su política exterior en la Antártida, en un área reclamada también por Argentina.
Así, se mantienen vigentes las tensiones en el extremo sur, especialmente teniendo en cuenta la alianza del país vecino con el invasor Reino Unido, usurpador de los archipiélagos argentinos del Atlántico Sur.
Estas acciones de Chile no sorprenden porque reflejan claramente la intención de consolidar su influencia en una región donde la soberanía está en disputa, mediante el uso de recursos militares y navales que, como vemos habitualmente, luego se ponen a disposición de Gran Bretaña en una clara estrategia colonialista, de sumisión a las fuerzas anglosajonas y en contra de los intereses de Argentina.
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