La reciente incorporación de cazabombarderos F-16 a la Fuerza Aérea Argentina (FAA), adquiridos a Dinamarca con anuencia estadounidense, ha sido presentada como un salto cualitativo en la capacidad de defensa nacional y la recuperación del vuelo supersónico. Sin embargo, un análisis detallado de la aeronave en el contexto de la disputa por la soberanía de las Islas Malvinas, sumado a una reciente revelación sobre la logística de su puesta a punto, arroja serias dudas sobre la autonomía estratégica y la protección de información militar sensible de Argentina.

Un avión simbólico sin posibilidad de disuasión en el Atlántico Sur

Tal como hemos señalado desde Agenda Malvinas, la adquisición del F-16, si bien es un paso positivo para la formación de pilotos, no va a modificar el equilibrio de poder en el Atlántico Sur.

• Dependencia Tecnológica y Veto Británico: El F-16 es un producto estadounidense, y su transferencia requirió la aprobación de Washington, un proceso donde el Reino Unido (usurpador de Malvinas y aliado clave de la OTAN) ejerce una conocida influencia para imponer vetos tecnológicos que limiten la capacidad ofensiva argentina.
• Desventaja Generacional: La versión F-16 MLU adquirida por Argentina (modernizada) pertenece a la 4ª Generación, operando con un radar MSAR (Mechanical Scanned Array) y misiles AIM-120 AMRAAM. En contraste, el Reino Unido mantiene en Mount Pleasant (Malvinas) el Eurofighter Typhoon FGR4 (4.5ª Generación Avanzada), con potencial de radar AESA y el misil MBDA METEOR, que ofrece un alcance letal y una velocidad sostenida muy superior.
• Conclusión: El F-16, en este escenario, se interpreta más como un símbolo de alineamiento con la OTAN y Occidente que como una capacidad real de disuasión frente a la robusta infraestructura aérea y naval británica. El avión, por sí mismo, no altera el statu quo de la controversia.

La contradicción geopolítica: Generales chilenos a cargo de la logística

El segundo punto, revelado por Data Clave, introduce un elemento de profunda inquietud geopolítica al tratarse de la logística y el sostenimiento de los nuevos cazabombarderos.

La Fuerza Aérea Argentina contrató el sistema ILIAS (Integrated Logistic Information Automated System) para la gestión y presupuesto de vuelo de la flota F-16. Quienes están al frente de este programa, con acceso a la planificación y funcionamiento de la FAA en sus más altos niveles, son dos ex militares chilenos: el General retirado Leopoldo Porras y el General de Brigada Aérea Francis Muñoz Covarrubias, ambos directivos de la empresa proveedora.

En el centro, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, y señalado con circulo; el General Leopoldo Porras, el 17 de abril de 2025 en Belgica.

Esta situación genera un alarmante dilema de seguridad nacional por varias razones:

1.    Relación con el Reino Unido: Chile mantiene convenios de asociación técnica y militar con Gran Bretaña. Poner a técnicos chilenos a cargo de la puesta a punto y la logística diaria de los cazabombarderos argentinos, cuya principal –aunque limitada– hipótesis de conflicto es el Reino Unido, equivale a brindar un conocimiento operativo vital a un socio estratégico del usurpador.

2.    Riesgo de Información Sensible: Los F-16 tienen una configuración específica para Argentina. Al estar al frente del programa logístico, estos técnicos chilenos acceden a:

o    Configuración operativa: Alcance, capacidad real de autonomía, performance del software de armas y la disponibilidad de municiones.

o    Datos de mantenimiento: Frecuencia de fallas, puntos débiles, consumo de repuestos y la cadena de suministro, información crítica para neutralizar una flota en caso de conflicto.

3.    Antecedentes Históricos y de Hackeo: La historia militar entre Argentina y Chile incluye el conflicto del Beagle de 1978. Más recientemente, el hackeo al Ejército de Chile en 2023 reveló documentos de estrategia militar chilena que contemplan una hipótesis de conflicto con Argentina, incluyendo la disposición de tropas y armamento en sus fronteras.

El dilema de la Soberanía

La paradoja es evidente: Argentina invierte una cifra sustancial para adquirir una capacidad aérea (limitada) con el propósito de reivindicar su soberanía sobre Malvinas, pero al mismo tiempo cede el control logístico central de dicha capacidad a personal de una nación que es aliada del Reino Unido y que históricamente ha mantenido fricciones con el país.

El General de Brigada Aérea Francis Muñoz Covarrubias (izq) en la entrega del Comando Logístico de la FACH, al General de Aviación Máximo Venegas Raggio, en noviembre de 2024.

La contratación de los exgenerales chilenos Porras y Muñoz Covarrubias, bajo la cobertura de secreto militar, transforma la llegada del F-16 de un evento de defensa a una cuestión de vulnerabilidad estratégica. La pregunta que resuena en la geopolítica del Atlántico Sur es: ¿Puede Argentina garantizar su soberanía y la protección de su información militar crítica si la "puesta a punto" de su principal arma de defensa queda en manos de los socios del adversario?