Las recientes declaraciones de Gastón Alberdi, uno de los fundadores del partido gobernante La Libertad Avanza, han sacudido el panorama político y mediático argentino al acusar a Eduardo Elsztain, un influyente empresario y mecenas de la campaña de Javier Milei, de proveer los misiles que el Reino Unido desplegó en las Islas Malvinas. Esta denuncia, que pone en el centro de la escena a uno de los financistas premium de la campaña presidencial libertaria, requiere un análisis detallado de los sistemas armamentísticos mencionados y el rol de la empresa israelí en cuestión.
Según Alberdi, la empresa Rafael Advanced Defense Systems, con sede en Israel y supuestamente vinculada a Elsztain a través de su holding, fue la responsable de la venta de estos misiles a las fuerzas británicas. Si bien la denuncia sobre el vínculo empresarial es el foco político de la acusación, es crucial desglosar el papel de Rafael en el equipamiento militar de las Malvinas para comprender la gravedad de la situación.
Rafael Advanced Defense Systems es un fabricante líder en sistemas de defensa y armamento, conocido mundialmente por productos como la familia de misiles antitanque Spike y los misiles aire-aire Python y Derby. Sin embargo, la conexión directa de esta empresa con el armamento británico en las Malvinas no se basa en la venta de un sistema de misiles completo como el icónico Iron Dome, sino en la provisión de un componente clave para su defensa aérea.
El sistema de defensa aérea británico en las islas, conocido como Sky Sabre, no utiliza misiles fabricados por Rafael. En su lugar, el Reino Unido ha integrado el Modular, Integrated C4I Air & Missile Defense System (MIC4AD), un software de comando y control desarrollado por Rafael que actúa como el "cerebro" del sistema. El software conecta el radar de vigilancia (Saab Giraffe) con los lanzadores de misiles (MBDA Land Ceptor), permitiendo una respuesta rápida y coordinada contra amenazas aéreas. En esencia, la tecnología de Rafael proporciona el sistema de gestión de combate que optimiza el rendimiento del armamento de otros fabricantes. La compra británica se centró en la arquitectura de comando y control, no en los proyectiles en sí mismos. Esto no atenúa la acusación de Alberdi, sino que la contextualiza militarmente, demostrando que la empresa señalada tiene un rol integral en la infraestructura de defensa de las islas.
La denuncia de Alberdi, más allá de la tecnología de los misiles, se enmarca en un contexto de serias implicaciones políticas. El informante, que formó parte del círculo íntimo de Javier Milei en sus inicios, no solo acusa a Elsztain de ser un "traidor a la patria" por estos negocios, sino que también vincula a la hermana del presidente, Karina Milei, con supuestas maniobras de recaudación de fondos para la campaña. Este relato, cargado de acusaciones personales y vínculos financieros oscuros, deslegitima aún más la figura de Javier Milei y su gobierno desde su núcleo fundacional.
La acusación de Alberdi, que pone en el mismo plano los vínculos del presidente con un magnate y la venta de tecnología militar a una potencia ocupante de territorio argentino, es de extrema gravedad. El hecho de que un empresario de la talla de Elsztain, con inversiones en minería y otros sectores estratégicos, sea señalado como proveedor de un componente de la defensa británica en Malvinas, refuerza la narrativa de la fusión de intereses privados y políticos denunciada por el exmiembro de La Libertad Avanza. La situación resalta la complejidad de las relaciones de poder en la Argentina, donde la figura de un mecenas de campaña se ve envuelta en una controversia de alcance geopolítico, reviviendo el histórico y sensible debate sobre la soberanía de las Malvinas y la relación con el Reino Unido.
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