La administración de Javier Milei consolida su subordinación estratégica a Estados Unidos y a Gran Bretaña, desentendiéndose del reclamo histórico de soberanía sobre las Islas Malvinas mediante diálogos militares y acuerdos de Defensa que benefician a la potencia ocupante.
Para ello, ha oficializado una política de acercamiento militar con el Reino Unido que contradice abiertamente la posición histórica argentina. El Informe Nº 144 de la Jefatura de Gabinete detalla diálogos técnicos donde se discute el embargo británico, medida que hasta ahora era considerada un instrumento de presión ilegítimo. Estos contactos exploratorios, lejos de ser inocuos, legalizan al gobierno ocupante y desdibujan el carácter de la disputa.
Paralelamente, Argentina avanza en su solicitud para convertirse en socio pleno de la OTAN, alianza militar comandada por las mismas potencias que se niegan a dialogar sobre soberanía. Esta decisión geopolítica implica una renuncia tácita a utilizar los organismos internacionales para presionar por el reclamo. La estrategia tradicional de denuncia internacional queda así subordinada a los intereses estratégicos occidentales.
La compra de aviones F-16 con aval estadounidense y anuencia británica consolida esta nueva dependencia estratégica. El gobierno celebra esta operación como un éxito técnico, pero omite deliberadamente el altísimo costo político que implica. La necesidad de equipamiento militar se está utilizando como excusa para normalizar relaciones con el ocupante ilegítimo de nuestro territorio.
Mientras, el Reino Unido fortalece su presencia militar en las islas con despliegue de cazas Eurofighter, sistemas antiaéreos Sky Sabre y tropas rotativas. La militarización del Atlántico Sur avanza sin que el gobierno argentino emita una sola protesta diplomática contundente. El silencio oficial frente a esta provocación resulta tan elocuente como indignante.
Las declaraciones de Milei que condicionan la soberanía a la voluntad de los isleños consolidan este perfil conceptual. Al adoptar la narrativa británica de autodeterminación, el gobierno abandona principios que fueron política de Estado durante décadas. Una capitulación diplomática representa el alejamiento definitivo de la causa Malvinas como cuestión nacional prioritaria.