Muestras halladas en la Antártida podrían contribuir a la investigación del subsuelo en Marte, de acuerdo con una reciente publicación del Instituto de Ciencias Planetarias de Estados Unidos. El descubrimiento fue realizado entre los minerales ferrosos que tiñen a la vertiente conocida como Cascada de Sangre, ubicada sobre el glaciar Taylor, cuyos misterios continúan despertando el interés de los científicos en todo el mundo.

En esta vertiente, compuesta por una salmuera ferrosa que adquiere su color característico al entrar en contacto con el oxígeno de la atmósfera, la investigadora norteamericana Elizabeth Sklute ha determinado la presencia de materiales análogos a las muestras rocosas obtenidas por el rover Curiosity dentro del cráter Gale, sobre la superficie de Marte. Esta similitud podría ser la clave para estudiar la composición de los suelos en el planeta rojo, lo que implicaría un avance crítico en la selección de futuros asentamientos humanos.

Las condiciones particulares de esta masa de agua salina encerrada durante miles de años en la Antártida dieron lugar a la formación de materiales amorfos, es decir minerales que carecen de una estructura cristalina ordenada. Estos materiales amorfos, inusuales en la Tierra pero normales y abundantes en suelo marciano, se forman gracias a procesos químicos cuyas dinámicas continúan en debate. Estudiarlos en un yacimiento natural permitiría a los investigadores comprender su formación dentro del entorno, para observar las diferencias en las reacciones producidas bajo condiciones atmosféricas distintas a las de nuestro planeta.

La Antártida, una plataforma hacia las estrellas

Existen cada vez más paralelismos entre la carrera espacial y los esfuerzos que realizan las naciones para consolidar su presencia sobre el continente austral. Con el desarrollo de nueva tecnología que permite superar las adversidades del aislamiento y las bajas temperaturas, el interés tanto por las investigaciones como por el turismo antártico ha experimentado en años recientes un crecimiento inédito. En la actualidad, las condiciones particulares de la región la han convertido en un laboratorio ideal para la exploración de otros “mundos helados” más allá de nuestro planeta.

Además de las ventajas que ofrece para la observación astronómica, gracias al bajo nivel de contaminación lumínica y al angostamiento natural de la atmósfera sobre los casquetes polares, la Antártida se vincula de varias maneras con el desarrollo espacial. Recientemente se han encontrado en las profundidades de sus núcleos helados muestras de una roca sedimentaria llamada jarosita, abundante en los cráteres de Marte, que se forma gracias a la acumulación de polvo dentro del hielo compacto. Este mineral implica la actividad de ácidos y sales cuya presencia en Marte todavía no se ha registrado, pero gracias al descubrimiento de las muestras antárticas es cada vez más posible comprender la geología de nuestro planeta vecino.

Las condiciones extremas al sur del paralelo 60° también están siendo aprovechadas para recabar información sobre la capacidad humana para sobrellevar la vida fuera de la Tierra. El caso más reciente es el de los exploradores británicos Justin Packshaw y Jamie Facer Childs, quienes completaron hacia fines de 2021 una travesía de 3.000 kilómetros para recabar información biométrica, con el objetivo de contribuir a la colonización de Marte. Se espera que los datos reunidos durante el trayecto sean de utilidad para planificar las misiones tripuladas hacia ese planeta, ya que abarcan factores relacionados con el comportamiento biológico del cuerpo (variación de las funciones metabólicas, inmunológicas, etc.) así como sus repercusiones sobre el estado psicológico y anímico de los exploradores.

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Por Agenda Malvinas