Malvinas: La amenaza OTAN en el Atlántico Sur frente al odioso silencio argentino

Mientras EEUU e Inglaterra sostienen a Zelensky en Ucrania y avanzan con la OTAN contra Rusia, Argentina enfrenta silencios y contradicciones: desde el acercamiento de Milei a la alianza atlántica hasta la base militar británica a 600 km de Ushuaia. La dirigencia fueguina, ausente.

24 de junio de 2025 10:38

Para Londres, Malvinas es un eslabón clave en su estrategia "Global Britain".

El Reino Unido intensifica con singular constancia su presencia militar en las Islas Malvinas con el despliegue de tropas de élite, modernización de infraestructuras y extensión de operaciones aéreas y navales, consolidando una estrategia que trasciende lo regional para insertarse en el tablero geopolítico global.

En paralelo, Estados Unidos y Gran Bretaña sostienen económica y militarmente al presidente ucraniano Volodímir Zelensky, mientras la OTAN busca instalar bases misilísticas en Europa del Este apuntando a Rusia.

En este escenario, Argentina enfrenta una paradoja: el gobierno de Javier Milei impulsa acuerdos con Israel, dona helicópteros regalados por los rusos a Ucrania -originalmente destinados a la campaña antártica- y el ministro de Defensa, Luis Petri, solicita el estatus de aliado extra-OTAN, mientras una base militar británica en Malvinas opera a 600 kilómetros de Ushuaia.

La designación del brigadier Charlie Harmer, veterano de operaciones en Irak, Afganistán y Malí, al mando de las Fuerzas Británicas en el Atlántico Sur (BFSAI) no es un mero recambio protocolario. Su llegada coincide con el despliegue de la Compañía A del tercer Batallón de Paracaidistas (3 PARA), una unidad de fuerzas especiales entrenada en operaciones aerotransportadas y combate nocturno. Los ejercicios "Cabo Kukri III" y "Marinización", con fuego real y simulacros anfibios, refuerzan la narrativa de disuasión. A esto se suma la extensión hasta 2027 de los cazas Eurofighter Typhoon en la base Monte Agradable y el patrullero HMS Forth realizando misiones hacia la Antártida.

Para Londres, Malvinas es un eslabón clave en su estrategia "Global Britain", alineada con la Revisión de Defensa 2025, que prioriza la protección de territorios ultramarinos.

Sin embargo, en Argentina, la respuesta oficial es el silencio. A diferencia de gestiones anteriores, donde se presentaban proyectos o declaraciones en foros internacionales, hoy ni el gobierno nacional ni la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur articulan una postura firme. Alicia Castro, ex embajadora e histórica voz crítica, lo resume: "Hay 2.000 militares británicos en territorio argentino. Es una ocupación que se intensifica con el silencio cómplice del Gobierno".

Contradicciones y alianzas cuestionadas

La paradoja argentina es evidente. Mientras el ministro Luis Petri negocia con la OTAN -una alianza que respalda la militarización británica en el Atlántico Sur-, el Ejecutivo donaba dos helicópteros Mi-17 a Ucrania, equipos que Rusia había entregado para tareas antárticas. A esto se suman los acuerdos con Benjamin Netanyahu, en un momento donde Israel enfrenta acusaciones de genocidio en Gaza. Acciones que reflejan una innecesaria subordinación a intereses totalmente ajenos a la soberanía nacional.

El escenario se complejiza con la base en Monte Agradable: modernizada con pistas extendidas, radares avanzados y capacidad logística para operar en la Antártida, se erige como un enclave militar a menos de una hora de vuelo de Tierra del Fuego.

¿Hacia dónde va Argentina en este tablero?

La falta de debate en el Congreso y la ausencia de una estrategia clara frente a Malvinas contrastan con la retórica soberana de otros tiempos. En un mundo donde las potencias definen sus zonas de influencia, el riesgo no es solo la pérdida de derechos sobre el archipiélago, sino quedar atrapado en una dinámica donde los intereses nacionales son sacrificados en nombre de alianzas ambiguas.

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