Decidido a imponer militarmente el control del Atlántico Suroccidental y la Antártida, EE.UU. pasa revista a las Fuerzas Armadas Argentinas y deja en claro que será él quien fije el desarrollo antártico nacional, para garantizarse que la pendular y corrompible clase política criolla, no se la entregue a Rusia, a China o cualquier Nación contraria a sus intereses.
Para ello envió al País, al nuevo Jefe del Comando Sur, Almirante Alvyn Holsey; en una visita de 4 días -entre el lunes 28 de abril y el jueves 1 de mayo-; donde se reunió con la cúpula del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas y su Jefe militar, el brigadier general Xavier Julián Issac; el Ministro de Defensa Luis Petri, y también, durante 45 minutos; con el presidente Javier Milei en Casa Rosada.
El gobierno argentino comunicó poco y nada. La palabra, el relato; sobre la presencia la máxima autoridad militar estadounidense, la dio, por un lado; la propia Embajada de Estados Unidos en Argentina, indicando que Washington “está comprometido a profundizar nuestra larga asociación en defensa con Argentina y a trabajar juntos para fortalecer la seguridad regional”; y por el otro -para que no haya intermediarios-, el propio SOUTHCOM, fue quien comunicó que el posterior viaje del almirante Holsey a Ushuaia, junto con la encargada de negocios de la embajada norteamericana Abigail Dressel; tuvo como objetivo reunirse “con los líderes del Comando del Área Naval Sur” de la Armada Argentina; “para observar de primera mano el papel fundamental que desempeñan en la protección de las rutas marítimas vitales para el comercio global”.
Los argumentos del SOUTHCOM, son poco creíble o al menos bastante distorsivos en cuanto a la verdadera razón de su presencia en Ushuaia. Una porque la ruta vital en la faz marítima para el comercio mundial, no está en el Canal Beagle sino en el Estrecho de Magallanes y bajo dominio, control y gobierno del Estado Chileno. Y la otra, es porque fueron a Ushuaia a monitorear la marcha del proyecto de la Base Naval Integrada para el desarrollo logístico, científico y estratégico del sector antártico. Y específicamente, a escuchar un reporte de la jefatura del Área Naval Austral; de lo transcurrido en el periodo de un año, luego de la visita de su antecesora Laura Richardson, el 3 de abril de 2024; cuando el propio Javier Milei se comprometió a hacer partícipe del plan militar antártico, a los EE.UU.
Los únicos que se acercaron a la verdad, fueron los que hace la Gaceta Marinera, quienes informaron que la comitiva estadounidense “asistió a una exposición institucional en la que se destacó el rol de la Institución en la protección de las rutas marítimas, especialmente en lo referente a las operaciones SAR, orientadas a la salvaguarda de la vida humana en el mar, y a las operaciones antárticas a las que se presta apoyo”; y sobre “la relevancia estratégica de Ushuaia como puerta de entrada salida a la Antártida y la necesidad de potenciar las capacidades logísticas antárticas propias”.
“De este modo -agrega el medio de prensa de la Armada- la visita contribuyó a afianzar lazos de colaboración y amistad, reafirmándose el compromiso en la defensa de la soberanía y los intereses marítimos nacionales que lleva adelante la Armada Argentina, así como la importancia estratégica de la proyección antártica desde el extremo sur del país”.
Por ese amplio camino del medio de la política, donde todo parece estar permitido; la dirigencia argentina hace caso omiso a lo que concretamente se está gestando en contra de la soberanía nacional en un territorio donde el País tiene: siete bases permanentes (Orcadas, San Martín, Carlini, Esperanza, Marambio, Belgrano II y Petrel), y seis temporarias (Brown, Melchior, Decepción, Cámara, Primavera y Matienzo); y sobre todo, presencia efectiva e ininterrumpida, desde hace 111 años.
A tono con el cuadro de situación, la coalición que gobierna la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur; y gran parte de la dirigencia fueguina, han decidido como única Política de Estado, desaparecer, ausentarse, desentenderse, e ignorar con dedición absoluta, con plena consciencia; lo que se está gestando a plena luz del día. Todo ello, con la impunidad que le otorga inconstitucionales superpoderes a Milei, para convencer con la fuerza del dinero, a los que no tienen ningún problema de arriar las banderas del mismo pueblo al que están dispuestos a traicionar en tiempo presente, para condicionar eternamente su futuro.