La Cuestión de las Islas Malvinas volvió a exponer la profunda brecha diplomática entre Argentina y el Reino Unido, esta vez ante la Cuarta Comisión de Descolonización de la Asamblea General de la ONU. En una intervención que tuvo lugar el pasado 16 de octubre, el representante británico, Simon Thomas; reafirmó la negativa de su país a negociar la soberanía, desafiando directamente los reiterados llamados del organismo internacional a reanudar el diálogo bilateral.
El embajador Thomas fue contundente al expresar que “el Reino Unido no tiene dudas sobre su soberanía sobre las Islas Malvinas, ni sobre el derecho de sus habitantes a decidir su estatus político”. Argumentó que el vínculo con las islas es una “relación moderna de asociación y valores compartidos”, buscando reemplazar la noción de colonia por la de autodeterminación de ser súbditos de la corona bajo el formato de integrarse como Territorio Británico de Ultramar. Un estado tutelado, bajo resguardo militar del Reino Unido, diseñado por el propio imperio.
"The United Kingdom has no doubt about its sovereignty over the Falkland Islands...Nor do we have any doubt about Falkland Islanders’ right of self-determination" 🗣️
— FalklandsinUK (@FalklandsinUK) October 17, 2025
UK Ambassador to the UN General Assembly @UKSimonT restating the UK's support for the Falklands this week. 🇫🇰🇬🇧🇺🇳 pic.twitter.com/91m68uvjtu
Esta postura, que omite toda referencia al mandato de negociación, se sustenta en el referéndum unilateral de 2013, que Londres esgrime como la prueba irrefutable de la voluntad de los isleños.
El Cuestionamiento Argentino: Diálogo y Descolonización
La respuesta argentina, en boca del Canciller Gerardo Werthein (quien ya había presentado el reclamo en el Comité Especial de Descolonización en junio de 2025), desmantela esa narrativa británica, basándose en el marco legal de la ONU.
Argentina recordó que el organismo internacional, a través de múltiples resoluciones desde 1965 (la Resolución 2065, entre otras), reconoce que la Cuestión Malvinas es una disputa de soberanía y no un simple caso de autodeterminación. En esa oportunidad, Werthein refutó la aplicación del principio de libre determinación, ya que considera a la población actual como "población implantada" tras la expulsión de las autoridades argentinas en 1833.
Desde la perspectiva argentina, el principio de autodeterminación no puede ser un pretexto para quebrantar la integridad territorial de un país, un principio fundamental de la descolonización.
La negativa británica
La persistente negativa del Reino Unido a sentarse a la mesa de negociaciones es la esencia del conflicto. La ONU ha instado a ambas partes a buscar una solución pacífica, pero Londres mantiene, luego de la guerra de 1982; su cerco diplomático bajo el pretexto de la voluntad de los habitantes.
Esta actitud no solo ignora el derecho internacional, sino que contraviene la Resolución 31/49 de la Asamblea General, que pide a las partes abstenerse de adoptar decisiones unilaterales que modifiquen la situación de las islas. Las denuncias argentinas sobre la presencia militar desproporcionada y las actividades unilaterales en exploración de recursos naturales en la zona de disputa resaltan esta violación, proyectando una imagen de poder y ocupación que choca con la búsqueda de la paz regional.
La postura británica transforma la causa Malvinas en un caso de colonialismo anacrónico, donde la voluntad del poder ocupante se impone sobre el mandato multilateral y el reclamo de un país miembro. Argentina sigue abogando por un diálogo que, según Werthein, se encuentra en "condiciones favorables para abrir una nueva etapa", instando a Londres a dejar de lado la retórica de la autodeterminación para un caso donde no aplica, y asumir el compromiso de las negociaciones que la comunidad internacional exige. La Cuestión Malvinas se consolida, un año más, como una herida abierta en la agenda de descolonización.