En uno de sus característicos encuentros callejeros, la periodista e influencer Meli Moriatis registró un testimonio que rápidamente se viralizó en redes sociales: el de un ex soldado británico que combatió en Malvinas en 1982 y que hoy sostiene que las islas "deberían ser argentinas".
El valor del video no reside en su representatividad estadística -no pretende ser una encuesta-, sino en cómo visibiliza un sentir que seguramente resuena en muchos ciudadanos comunes británicos: la percepción del absurdo de mantener un enclave colonial en el siglo XXI. La viralización del contenido acentúa cómo esta perspectiva encuentra eco en el debate público contemporáneo.
"Nos enviaron a la guerra porque Margaret Thatcher quería que Gran Bretaña volviera a ser grandiosa de nuevo", reflexiona el veterano, revelando la lógica política detrás del conflicto. Su crítica se profundiza al señalar los intereses económicos frustrados: "Y nos enviaron allí para obtener minerales y petróleo del Atlántico Sur, algo que nunca ocurrió".
Pero es en el costo humano donde su testimonio adquiere mayor fuerza. "Perdí a un muy buen amigo que murió allí por nada. Y muchos pobres conscriptos argentinos murieron, y es triste", afirma, igualando el dolor de ambos bandos en una misma y absurda tragedia.
Cuando Moriatis le consulta sobre si la soberanía debería ser argentina, su respuesta es inquietante: "Debería ser, sí… 2025". Su fundamento combina realidad demográfica y conciencia histórica, tan sencillo como eso: "Tenemos 1500 personas viviendo en las Malvinas, eso es toda la población que habla inglés. Y esos días ya pasaron. Es como los días de la esclavitud, todo ha quedado atrás".
La viralización de este testimonio particular -el de quien fuera instrumento de la política colonial y hoy la cuestiona- revela cómo el sentir ciudadano puede divergir tan diametralmente de las posiciones oficiales. Lejos de ser una anécdota aislada, esta voz es con seguridad representativa de una mirada que crece en el siglo XXI: la que entiende que ciertas herencias coloniales ya no tienen lugar en el mundo contemporáneo.