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La soberanía argentina bajo asedio de una flota extranjera que pesca en la impunidad

Mientras la flota china depreda el Atlántico Sur, el gobierno desestima las pruebas de pesca ilegal. Los burócratas de escritorio en Buenos Aires no pueden regalar las riquezas de nuestro mar.

26 de diciembre de 2025 11:44

El 4 de diciembre, el patrullero Storni detectó a un buque extranjero pescando ilegalmente dentro de la ZEE. Sin embargo la Subsecretaría de Pesca de la Nación decidió desestimar el caso.

Diciembre vuelve a marcar el inicio de un ciclo de saqueo sistemático en el Mar Argentino. Con el arribo de una flota de aproximadamente 400 buques extranjeros —en su inmensa mayoría de bandera china— al límite de nuestra Zona Económica Exclusiva (ZEE), no solo asistimos a un desastre ecológico y económico, sino a una afrenta directa a nuestra soberanía nacional.

Mientras desde los escritorios oficiales en Buenos Aires se intenta minimizar las incursiones, la realidad en la "Milla 201" y dentro de nuestras aguas territoriales cuenta una historia de impunidad, extractivismo salvaje y una preocupante debilidad en el control estatal.

El cinismo del "escritorio": Cuando el control es solo un simulacro

El reciente episodio del patrullero ARA Almirante Storni es una síntesis perfecta de la desprotección actual. El 4 de diciembre, el patrullero detectó a un buque extranjero pescando ilegalmente dentro de la ZEE. Sin embargo, en una maniobra administrativa que roza la complicidad, la Subsecretaría de Pesca de la Nación decidió desestimar el caso.

Bajo el argumento de que las maniobras eran de "alistamiento", el Estado argentino dejó pasar una infracción detectada en el lugar por quienes ponen el cuerpo en el mar. Lo grave no es solo la pérdida del recurso; es el doble estándar: mientras a la flota nacional, especialmente a los fresqueros marplatenses, se los persigue con multas millonarias y un rigor administrativo asfixiante, a los buques extranjeros —que no tributan, que depredan y que operan en la opacidad— se les otorga una indulgencia incomprensible.

China en el Mar Argentino: Más que pesca, prospección soberana

La presencia de 360 buques chinos no es un hecho meramente comercial. Y como ya lo hemos informado, organizaciones ambientales y especialistas como Milko Schvartzman han denunciado que barcos como el Lu Qing Yuan Yu 205 realizan maniobras de prospección no autorizada.

¿Qué buscan estos buques frente a las costas de la provincia de Buenos Aires? No es solo calamar. Están realizando mapeos del lecho marino, estudios químicos y biológicos sobre nuestra plataforma continental sin ningún tipo de aval oficial. Esto no es pesca; es inteligencia sobre recursos estratégicos argentinos. Permitir que flotas extranjeras estudien nuestro fondo marino es ceder soberanía por omisión.

Un sistema de depredación humana y ambiental

El informe de la Environmental Justice Foundation (EJF) es escalofriante. La flota que acecha nuestras aguas no solo aniquila especies como el calamar Illex, los tiburones y los lobos marinos, sino que se sostiene sobre un sistema de esclavitud moderna. Violencia física, jornadas extenuantes y muertes a bordo son el combustible de este saqueo.

Argentina no puede ser testigo silencioso de un modelo que aumentó sus horas de pesca en un 85% en los últimos cinco años, ejerciendo una presión cuatro veces mayor en el alta mar no regulada que dentro de nuestra zona controlada. El daño al ecosistema del Atlántico Sur es irreversible si no se actúa con determinación geopolítica.

Defender el mar es defender la Patria

La defensa de la soberanía no se agota en el reclamo diplomático por nuestras islas Malvinas; se ejerce cada día en el control de nuestro mar. La operación "Mare Nostrum VI" debe ser más que un nombre pomposo; debe tener el respaldo político para interceptar, multar y decomisar.

La soberanía se defiende con patrullaje real, con sanciones ejemplares y, sobre todo, con la decisión política de no permitir que los recursos de 47 millones de argentinos sean rematados por flotas que operan al margen de la ley y de la dignidad humana. El Atlántico Sur nos pertenece, pero solo si estamos dispuestos a custodiarlo.

 

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