Este martes 4 de noviembre de 2025, el nuevo embajador del Reino Unido en Argentina, David Seldon Cairns, presentó formalmente sus cartas credenciales ante el presidente Javier Milei en el Salón Blanco de la Casa Rosada, en un acto oficial donde el mandatario estuvo acompañado por el Canciller Pablo Quirno.
Este evento protocolar marcó el inicio de la gestión Cairns; un diplomático cuyo perfil profesional debe ser analizado desde la perspectiva argentina, con mucha cautela dado el cuadro de situación alrededor de Cuestión Malvinas mientras trascurre el gobierno libertario y sus antecedentes directos en el sector energético.
Un embajador con olor a petrolero
La designación de Cairns trasciende el simple recambio diplomático. Si bien posee una vasta trayectoria de más de 30 años en el Foreign, Commonwealth & Development Office (con experiencia en Asia, Europa y la OMC), lo que define su nombramiento es su reciente rol como Vicepresidente de Equinor, la gigante energética anglo-noruega.
Por lo tanto, esta transición del sector privado energético a la embajada no es casual. Es sin lugar a dudas una movida estratégica de Londres, para consolidar sus intereses comerciales y su voracidad por los recursos energéticos en un contexto de amplia apertura del gobierno argentino.
Equinor, la empresa de la que Cairns fue directivo, mantiene una fuerte presencia en el país, con activos clave en el megayacimiento de Vaca Muerta (en sociedad con YPF y Shell) y en la exploración offshore en la Cuenca Marina Austral, frente a las costas de Tierra del Fuego.
Aún más sensible es la conexión con las Islas Malvinas. Equinor ha estado activamente involucrada en la exploración de petróleo y gas en las aguas del archipiélago, llegando a enviar a uno de sus directivos a asesorar a la administración colonial sobre su plan hidrocarburífero. La llegada de Cairns, un especialista en energía, refuerza la percepción de que la agenda británica prioriza los negocios, la explotación de recursos y la consolidación de su control de facto sobre el Atlántico Sur, manteniendo la cuestión de la soberanía en un calculado segundo o tercer plano.
El contexto político del diálogo bilateral
La asunción de Cairns ocurre en un momento de redefinición de la política exterior argentina impulsada por el Canciller Quirno, cuyo objetivo es "vender Argentina al mundo" y enfocarse en la atracción de inversiones externas. El presidente de Milei, que ha manifestado públicamente su admiración por Margaret Thatcher, facilita la promoción de una "agenda de trabajo renovada" enfocada en la cooperación económica, la ciencia (especialmente en la Antártida) y la tecnología.

El ministro de Justicia Mariano Cuneo Libarona en una reunión de trabajo con el Embajador del Reino Unido, David Cairns, hace tres semanas; en la asistencia que realiza Gran Bretaña “en la formación de operadores del nuevo sistema procesal federal y juicio por jurados” y además llevando “jueces, fiscales y defensores a formarse en su país”.
No obstante, el histórico diferendo por las Islas Malvinas sigue siendo el nudo central de la fricción. Aunque se reporta la existencia de un posible diálogo militar entre ambos países, la diplomacia argentina mantiene formalmente su posición respecto a la soberanía, solicitando la reanudación del diálogo bilateral conforme a las resoluciones de la ONU.
En definitiva, la recepción de David Cairns simboliza la tensión entre el pragmatismo económico del gobierno actual —que busca atraer inversiones y estrechar lazos con potencias occidentales— y la memoria irrenunciable de Argentina sobre la usurpación de las Islas Malvinas.
La presencia de un embajador con un claro enfoque en hidrocarburos confirma que, para Londres, el Atlántico Sur es una pieza clave en su estrategia energética global, una realidad que la diplomacia argentina debe monitorear de cerca para evitar que los intereses comerciales eclipsen el reclamo soberano.