A 207 años de la Batalla de Maipú. El paso decisivo para la Independencia americana

“Un enfrentamiento ideológico y político entre dos proyectos de Nación, que no solo se basaba en una confrontación militar. Una victoria continental por la libertad”; Dr. Christian Raúl Guinzburg.

6 de abril de 2025 11:54

Reproducción de "El abrazo de Maipu", de Pedro Subercaseux. En la pintura se ven representado el encuentro entre José de San Martín y Bernardo O’Higgins –con el brazo herido tras la batalla, diecisiete días antes, de Cancha Rayada–. Fuente: Eduardo García Caffi, "Maipú, la batalla más importante librada por San Martín"/ Instituto Nacional Sanmartiniano/Biblioteca Nacional Digital de Chile.

Se cumplieron ayer 207 años de la Batalla de Maipú. La que, sin dudas, es un hito definitivo en el proceso independentista de América Latina, iniciado en 1810.

Fue una confrontación entre el Ejército Patriota, comandado por José de San Martín y Bernardo O'Higgins, y las fuerzas realistas, dirigidas por el comandante español Mariano Osorio.

La lucha por la independencia en Chile fue, también, como en otras partes de América, un enfrentamiento ideológico y político entre dos proyectos de Nación, que no solo se basaba en una confrontación militar, sino también -justamente-, en un choque ideológico y político entre esos dos modelos. Por un lado, las fuerzas patriotas buscando la independencia de España, y por otro, los realistas leales a la Corona española. A través de un análisis del resultado de la batalla y sus posteriores implicancias, resulta claro por qué este enfrentamiento marcó no solo la independencia de Chile, sino que fue determinante en la configuración de otros movimientos independentistas en el resto del continente.

Es necesario recordar que, el 19 de marzo de ese mismo año, el Ejército Patriota sufrió un revés en la batalla de Cancha Rayada, donde las fuerzas realistas sorprendieron al ejército patriota al anochecer, provocando un desastre en las filas del ejército, con miles de bajas. Se calcula que el ejército libertador perdió aproximadamente 3,000 hombres, dejando solo unos escasos 4,000 aptos para el combate. Solo el coronel Juan Gregorio de las Heras logró salvar una división entera, que sirvió como base para la reorganización de las fuerzas, estableciendo su cuartel en las afueras de Santiago.

Sabiendo que la próxima batalla decidiría la suerte de la ciudad y posiblemente la revolución chilena, San Martín ordenó a sus tropas, el 4 de abril, marchar hacia el sur para buscar la aproximación del ejército español, con la intención de evitar más combates parciales y obtener una victoria en una batalla eficaz y definitiva. Tal es su determinación que se puede apreciar en el orden de batalla que dictó ese mismo día:

“Recomendar a los jefes unión y firmeza para asegurar el éxito de la victoria”.

“Los jefes de cuerpo no deben esperar órdenes superiores, obrarán por sí, auxiliándose recíprocamente…”.

“Cuando se levanten, donde se halla el cuartel general, señalando el punto con una bandera tricolor, tres banderas en un mismo tiempo: la tricolor de Chile, la de las Provincias Unidas, expresarán las tropas un ‘¡Viva la patria!’ y enseguida cada cuerpo atacará al enemigo y lo perseguirá”.

Luego del triunfo en el campo de batalla, las tropas realistas quedaron debilitadas y dispersas. Si bien permanecían fortalezas españolas al sur de Chile, la derrota fue tan aplastante que dio un golpe mortal a las aspiraciones colonialistas españolas en Chile, desencadenando una serie de acontecimientos.

 La victoria consolidó a O'Higgins como líder indiscutido de la causa patriota, quien luego asumirá el cargo de Director Supremo de Chile, estableciendo las bases para la construcción de un nuevo Estado independiente. También despejó el camino para que las tropas patriotas, lideradas nuevamente por San Martín, marcharan hacia el norte para liberar el Perú del control colonial realista. (En julio de 1821, en Lima, y en ceremonia pública, San Martín proclamará la independencia del Perú).

A su vez, fortaleció las relaciones entre los líderes independentistas, no solo por las implicaciones militares, sino por la cooperación política que permitió la victoria en Maipú. San Martín y Bolívar, a pesar de diferencias ideológicas, terminaron por unirse en la lucha contra el poder colonial en el continente, más allá de los límites de Chile y Perú.

Por lo expuesto, la batalla de Maipú debe ser analizada no como una victoria local, sino como una victoria continental por la libertad.

La lucha por la independencia de América se extendió aun por varios años, hasta que finalmente los realistas fueron derrotados por las tropas bolivarianas, con parte de los ejércitos sanmartinianos, definitivamente en Ayacucho en 1824.

207 años después, la victoria de Maipú debe ser recordada, en los tiempos políticos que vive nuestro país, como un hecho de unidad y de esfuerzo nacional.

San Martín supo dejar en el momento oportuno de ser figura pública, y con un gesto hizo realidad ese principio que debería guiar a todos los hombres que conducen el destino de un País: “Los jefes conviene que abandonen el mando de sus ejércitos o de sus pueblos cuando su personalidad histórica ha llegado a su término, o cuando la facultad administrativa de los pueblos, que es la que da gloria a los héroes, ha llegado a su máxima tensión”.

 

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