La noticia, que no surgió de fuentes oficiales argentinas sino de un prestigioso medio británico, The Economist, sacude los cimientos de la política exterior argentina y desata un vendaval de críticas. En un giro inaudito y profundamente contradictorio, el gobierno de Javier Milei está reactivando el diálogo en materia de defensa con el Reino Unido, la misma nación que desde 1833 usurpa las Islas Malvinas y un vastísimo territorio insular y marítimo del Atlántico Sur, que asciende a 1.620.000 kilómetros cuadrados. Este acercamiento, impensable para muchos, se dá en el contexto de una supuesta modernización de las Fuerzas Armadas argentinas, con la alarmante posibilidad de adquirir armamento del propio invasor.
Un Acuerdo Que Desafía la Historia y la Memoria
La publicación de The Economist de este domingo 6 de julio de 2025, bajo el título "Dentro del diálogo militar secreto entre Gran Bretaña y Argentina", no solo confirma la reanudación de estas conversaciones tras una larga pausa, sino que expone las verdaderas intenciones detrás de este acercamiento: contrarrestar la influencia china en la región y complacer a Estados Unidos y a sus socios. Un objetivo que, para muchos, se logra al costo de la dignidad nacional y la memoria de los 649 argentinos que dieron su vida en la Guerra de Malvinas en 1982.
La indignación es palpable. ¿Cómo es posible que Argentina, que mantiene un reclamo constitucional irrenunciable sobre las Malvinas, retome el diálogo militar con la potencia ocupante? Más aún, ¿cómo se concibe la idea de comprarle armamento a quien no solo ejerce la usurpación territorial, sino que también saquea anualmente 270 mil toneladas de recursos pesqueros, avanza en la explotación ilegal de petróleo y gas en aguas malvinenses, planifica la construcción de un puerto multipropósito en el Atlántico Sur y se proyecta hacia la Antártida reclamando territorio argentino, además de mantener una base militar de la OTAN con Estados Unidos en plena región austral?
La Incongruencia de Comprarle al "Enemigo"
El informe de The Economist subraya que el interés principal de Argentina en este diálogo es la flexibilización de las restricciones británicas para la compra de armas, buscando "el mejor equipo compatible con la OTAN". Milei, quien ha expresado admiración por Margaret Thatcher y ha adoptado una postura "conciliadora" respecto a las Malvinas – llegando incluso a insinuar el derecho a la autodeterminación de los isleños – busca alinearse incondicionalmente con Estados Unidos, socio privilegiado del Reino Unido en todos los frentes: político, económico, financiero y militar.
Esta alineación inquebrantable, impulsada por la preocupación estadounidense ante la creciente influencia china en América Latina, empuja a Argentina a un acuerdo con su "enemigo". La nota del diario inglés revela que Gran Bretaña podría estar dispuesta a permitir ventas de armas que "no perjudiquen los intereses de defensa y seguridad del Reino Unido", abriendo una puerta a interpretaciones flexibles de su política de embargo. Esto, lejos de fortalecer la soberanía argentina, parece validar la ocupación británica en la región y deslegitimar el reclamo histórico.
Un Acercamiento Repudiable
El posible acuerdo ha generado un rechazo contundente en amplios sectores de la sociedad argentina y del periodismo nacional. Para un país que permanentemente recuerda y honra a sus caídos, cualquier acercamiento en materia de defensa con el usurpador de Malvinas es visto como una entrega de soberanía y una profunda falta de patriotismo. La idea de que Argentina compre armas a quien la despoja de su territorio y sus recursos, y que además lo haga con armamento de menor capacidad que el utilizado por Gran Bretaña, es una bofetada a la historia y a la dignidad nacional.
Las implicaciones de este acuerdo van más allá de la mera adquisición de material bélico. Significan:
- Legitimar la presencia británica en el Atlántico Sur, tácitamente aceptando su rol y sus planes de explotación de recursos en la zona.
- Debilitar el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas al normalizar relaciones militares con la potencia ocupante.
- Comprar armamento a un costo simbólico y estratégico incalculable, proveniente de quien ha sido y sigue siendo un adversario en la disputa territorial.
- Profundizar la dependencia geopolítica de Estados Unidos, alineándose a sus intereses en la contención de China en la región, incluso si ello implica sacrificar principios históricos y constitucionales.
- Avasallar la memoria de los caídos en Malvinas, al establecer lazos militares con la nación contra la cual se luchó por la recuperación del territorio.
Este "diálogo secreto", filtrado por un medio extranjero, deja al descubierto la alarmante dirección de la política exterior del gobierno de Milei. La pregunta que resuena en cada rincón de Argentina es: ¿hasta dónde está dispuesto a ceder el gobierno en pos de una alineación ideológica, sacrificando la soberanía y la memoria de una nación que no olvida a sus islas?