La huella de pólvora y petróleo: El colonialismo británico que no terminó en 1945

Desde las Malvinas hasta el Mar de la China Meridional, el fantasma del colonialismo británico no es una reliquia del siglo XIX, sino una realidad operativa con uniforme moderno y cuentas en paraísos fiscales. La relación entre la petrolera BP y los golpes de Estado impulsados por el Reino Unido.

26 de julio de 2025 13:38

Un análisis de las 83 intervenciones militares del Reino Unido y el motor corporativo que las impulsa.

Documentos desclasificados y reportes independientes revelan un patrón perturbador83 intervenciones militares en 47 países desde 1945, donde la defensa de intereses económicos —particularmente los de la petrolera BP— ha sido el verdadero norte de la política exterior de Londres.

La narrativa de una "potencia benigna" se desmorona ante los hechos documentados. Este patrón belicista, lejos de ser una reliquia victoriana, opera hoy con sofisticación moderna. De las Malvinas a Oriente Medio, la máquina de guerra británica sigue alimentada por intereses corporativos, particularmente los de BP, cuyo entramado con el Estado británico ha modelado guerrasgolpes de Estado y ocupaciones ilegales.

La brutalidad colonial simplemente mutó de forma. En la posguerra, fuerzas británicas rearmaban a tropas japonesas derrotadas para combatir independentistas en Vietnam (1945). Esta lógica pervivió en los campos de concentración de Malasia (1948-1960), donde se hacinó a medio millón de personas; en las torturas sistemáticas contra los Mau Mau en Kenia; y en el desplazamiento forzado de los chagosianos para instalar una base militar estadounidense.

Hoy, ese mismo manual se aplica en la militarización de las Malvinas, donde 1.200 soldadosmisiles y ejercicios con la OTAN convierten el archipiélago en un portaaviones ilegal, violando resoluciones de la ONU mientras se explotan recursos pesqueros e hidrocarburos en plataforma continental argentina.

Detrás de estas intervenciones late un motor económico: British Petroleum. Archivos desclasificados revelan cómo los intereses de la corporación han dictado la política exterior de Londres. La guerra de Biafra (1967), donde el gobierno laborista de Wilson armó secretamente a Nigeria, dejó tres millones de muertos mientras BP y Shell protegían sus yacimientos. Medio siglo después, el guion se repitió: tras invadir Irak en 2003 bajo falsos pretextos, BP extrajo 15.000 millones de libras en petróleo.

En Libia, la "intervención humanitaria" de 2011 desembocó en un Estado fallido... y en contratos para que BP perforara gas en un área tres veces el tamaño de Gales.

Este colonialismo corporativo opera mediante mecanismos opacos. El MI6 y BP mantienen una simbiosis tóxica, con puertas giratorias que blanquean crímenes. Sir John Sawers, exjefe del espionaje británico, cobró 1,1 millones de libras como director de BP tras coordinar la ocupación de IrakSir Mark Allen, excontra-terrorismo del MI6, negoció contratos petroleros con Gaddafi.

La corporación se benefició de los golpes de Estado impulsados por el Reino Unido: en Irán (1953) para recuperar su petróleo nacionalizado; en Azerbaiyán (1992-1993) para controlar yacimientos; en Omán (1970), donde el SAS instaló a un sultán títere que hoy entrega el 60% del gas de Khazzan a BP.

La ocupación de las Malvinas encaja en este patrón. No fue un incidente aislado en 1982, sino la reafirmación de una doctrina: territorios usurpados en el siglo XIX se mantienen por la fuerza para explotar recursos estratégicos.

La hipocresía es flagrante: mientras Londres condena la invasión rusa a Ucrania, ignora 41 resoluciones y declaraciones del Comité de Descolonización y la Asamblea General de la ONU (emitidas entre 1965 y 2023) que instan al diálogo bilateral sobre la soberanía del archipiélago. Paralelamente, desembolsos millonarios fortalecen la base militar de Mount Pleasant, mientras buques británicos realizan prospecciones petroleras en aguas disputadas.

Las consecuencias son catastróficasBP, promovida por estas guerras, figura entre los cuatro mayores contaminantes globales, responsable del 10% de las emisiones de carbono desde 1965. Mientras sus ganancias batieron récords en 2022 (32.000 millones de libras), el sur global sufre pérdidas de 1,56 billones de dólares por el caos climático que financia el petróleo británico.

El colonialismo del siglo XXI ya no ondea banderas en palacios de gobierno, pero sigue ocupando territoriosderrocando democracias y quemando el planeta con tal de llenar las arcas de una corporación y sus cómplices en WhitehallLas Malvinas no son un enclave nostálgico: son la prueba viva de que el imperio nunca se fue, solo se puso traje y firma contratos petroleros.

 

FUENTE: 

DECLASSIFIEDUK 

 

 

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