En un artículo publicado en el sitio MercoPress, Caroline Weir; experta en cetáceos que trabaja junto al grupo de investigación científica en la colonia inglesa de nuestras usurpadas las Islas Malvinas, pretende explicar el supuesto éxito en recuperar la población de ballenas rorcuales y franca austral, en un sector al que ellos denominan “Área de Biodiversidad Clave de zonas costeras”.
La información no deja ser tener un sesgo irónico, ya que buques ingleses fueron los que encabezaron la matanza de ballenas desde el siglo XVII hasta bien entrado el siglo XX; como para que ahora sean lo mismos que planteen su conservación y cuidado. Más aún cuando en las mismas aguas que habitan las ballenas, los propios británicos, junto a españoles, taiwaneses y surcoreanos, arrasan con los recursos ictícolas del Atlántico Sur.
Weir afirma que la selección de las Islas Malvinas “como uno de tales sitios para las agrupaciones invernales es realmente especial”, aunque reconoce que para que aumente el número de animales en invierno, hay que esperar que la población cetáceos “se recupere a los niveles de abundancia previos a la caza de ballenas”.
“Las presiones sobre el medio ambiente marino se están incrementando globalmente”, termina reconociendo Weir, quien no puede ocultar que los mismos que explotaron las patentes de corsos desde tiempos isabelinos, como Francis Drake, ahora pretenden convertirse conservacionista en el mismo momento que empresas como Rockhopper Exploration y Navitas Petroleum tengas previsto este año dar comienzo a la explotación hidrocarburífera al norte del archipiélago malvinero.
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