La polémica en torno al concurso de la embajada británica “Conociendo a mis vecinos de las Falklands” escaló en repudio, tras el anuncio de los diez finalistas. Mientras el Gobierno nacional y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) mantienen un silencio cómplice, organizaciones estudiantiles y gremios universitarios se han convertido en la voz del rechazo, alzando la bandera de la soberanía sobre las Islas Malvinas.
El concurso, que bajo la fachada engañosa de un "intercambio cultural" busca reclutar jóvenes universitarios para que sean propagandistas de la narrativa británica, ha encontrado una enérgica respuesta en las bases estudiantiles. La indignación no es nueva, pero se intensificó luego que Agenda Malvinas publicara la lista de los diez finalistas, provenientes de diversas universidades del país; lo que desnuda la penetración de esta iniciativa colonialista en el ámbito académico argentino.
La resistencia de las agrupaciones estudiantiles
Desde que se lanzó el concurso, el rechazo ha sido constante y firme. Antes de que se supieran los nombres de los finalistas, agrupaciones como Febo Asoma de la Facultad de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), presentaron un proyecto formal ante el Consejo Directivo para que la institución se pronunciara en contra del certamen. Su iniciativa no solo logró eco en la UNR, sino que también inspiró a otros a sumarse a la defensa de la soberanía.
Tras el anuncio de los finalistas, el repudio creció. En Córdoba, la organización Patria Justa, de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), emitió un contundente comunicado. En diálogo con el medio Enfant Terrible, la estudiante Laura García de Patria Justa, calificó el concurso como una “clara estrategia de provocación política” y un intento de usar a los jóvenes para “construir una narrativa que niega y desconoce nuestros derechos soberanos”. Su mensaje es claro: "nunca es tarde para hablar de Malvinas" y es crucial que las universidades se involucren activamente.
Estas manifestaciones no son un hecho aislado. Se suman a los comunicados de rechazo que ya habían emitido instituciones como la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTDF), la Universidad Nacional de Quilmes, la Universidad Nacional de La Pampa y la Universidad Nacional de Lanús.
El silencio que duele
Mientras los estudiantes y las organizaciones gremiales universitarias defienden la causa Malvinas, la pasividad de los organismos oficiales resulta alarmante. A diferencia de años anteriores, donde la Cancillería argentina emitía un "categórico rechazo", en esta ocasión el silencio ha sido total. Esta falta de pronunciamiento, tanto del gobierno libertario como del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), es percibida como una convalidación tácita de la maniobra británica, debilitando la posición de Argentina en la disputa por la soberanía.
La ausencia de una respuesta unificada y enérgica del Estado es un acto de grave desidia, que va en contra de la causa nacional y de la memoria de quienes lucharon por las islas. Es imperativo que las autoridades académicas y gubernamentales rompan su silencio y se unan al ferviente rechazo que las bases estudiantiles han demostrado, defendiendo con vehemencia lo que, en el sentir popular, las Islas Malvinas fueron, son y serán territorio argentino.