Horas después que Chile informara sobre la botadura de su nuevo Rompehielos Almirante Oscar Viel, el Ingeniero Naval Raúl Podetti respondió con un informe comparativo, donde analiza lo que construyó Chile y Argentina en los últimos 22 años.
Indica que, mientras Chile “construyó siete importantes embarcaciones rápidas, cuatro patrulleros oceánicos y un gran buque de investigación” en un astillero estatal que posee un plantel inferior a los 800 operarios, la Argentina en dos astilleros -también estatales-; cinco veces más grandes y con 4000 trabajadores, solo construyó el “15 % de la producción naval estatal chilena”.
Afirma que no solo se “perdieron unos 3000 millones de dólares” en la importación por parte del Estado argentino; de “ocho patrulleros oceánicos y fluviales” y “dos buques de investigación”, que ello significa “lo mismo” que construyó Chile en el mismo plazo, y que el actual gobierno nacional y el anterior pagaron “más de 700 millones de dólares” en “sobreprecios”.
Denuncia, además; que “la diferencia no está en aspectos técnicos ni industriales”, de los astilleros chilenos sobre los argentinos, “sino en el nivel de corrupción, visión y compromiso” de la dirigencia civil y militar existente en el País.
Texto completo del informe del Ing. Naval Raúl Podetti, del 28-12-2022
BALANCE INDUSTRIAL NAVAL ESTATAL 2022
Esta semana un mediano astillero estatal chileno entregó a su Armada un moderno rompehielos y el primero construido en el hemisferio sur. En este siglo además construyó siete importantes embarcaciones rápidas, cuatro patrulleros oceánicos y un gran buque de investigación. Lo hizo a costos competitivos, con menos de 800 personas y generando ganancias.
Los dos astilleros estatales argentinos, son cinco veces más grandes y tienen 4000 personas. En el mismo plazo, concluyeron construcciones equivalentes al 15% de la producción naval estatal chilena, perdiendo unos 3000 millones de dólares.
Pero lo peor es que en los últimos seis años, el Estado argentino importó casi lo mismo que Chile construyó: ocho patrulleros oceánicos y fluviales, dos buques de investigación y gestiona un buque polar. En todos los casos, nuestros gobiernos pagan grandes sobreprecios (+700 millones de dólares) y eluden a la industria naval privada nacional capaz y competitiva.
La diferencia no está en aspectos técnicos ni industriales, sino en el nivel de corrupción, visión y compromiso con el desarrollo de nuestros dirigentes civiles y militares navales.