Columnista de The Guardian cuestiona que Gran Bretaña mantenga la usurpación en Malvinas

Simon Jenkins escribió una columna titulada “Gran Bretaña debe abandonar sus delirios de imperio: renunciar a las islas Chagos es un buen comienzo”, en la que después de mencionar el caso del archipiélago del Índico, se refirió a dos territorios de ultramar “problemáticos” para el Reino Unido: Gibraltar y Malvinas.

9 de octubre de 2024 11:05

“Lo que generalmente se olvida es que antes de la invasión argentina en 1982, el gobierno de Margaret Thatcher estaba negociando una transferencia", recuerda Jenkins

Simon Jenkins cuestionó este martes que Gran Bretaña mantenga el colonialismo en las islas Malvinas, después de que la semana pasada el país entregara la soberanía del archipiélago de Chagos a las islas Mauricio. Hace mención a la noticia de Chagos y hace un repaso de los 14 territorios de ultramar que siguen respondiendo al gobierno británico.

“Durante el último medio siglo, muchos territorios, como Belice, Tuvalu, las Seychelles y las Bahamas, han ido deslizándose silenciosamente hacia la independencia. Otros han seguido ‘dependiendo’ del rey, con ciudadanía y protección británicas”, menciona el columnista, quien también esgrime una crítica al respecto.

 

“El costo de algunos se ha aliviado porque Gran Bretaña les ha permitido convertirse, después de los estados del Golfo, en los mayores paraísos del mundo de riqueza ilegal, sin origen y sin impuestos. Son una amenaza para las arcas públicas del mundo. Privan a los contribuyentes británicos (y otros) de miles de millones de dólares en ingresos cada año. Es tal el poder del lobby bancario de Londres que ningún gobierno se atreve a tocarlos. El ‘agujero negro’ de 22.000 millones de libras de Rachel Reeves existe en realidad en algún lugar entre las Islas Caimán y las Islas Vírgenes Británicas”, menciona, sobre esos dos países del Caribe.

Entonces, traslada el foco a las “dos dependencias que siguen siendo problemáticas”, en referencia a Gibraltar –disputado por España- y Malvinas –reclamadas por la Argentina, en una disputa que llevó a una guerra en 1982.

“Que Gran Bretaña haya permitido que Gibraltar, tomado como base militar en 1704, agriara las relaciones con España desde entonces es más que absurdo”, dice, sobre el territorio ubicado al sur de España.

“Por supuesto, a los ciudadanos de la colonia les gusta su enclave de bajos impuestos, pero este Mónaco británico es geográficamente parte de España. Algún acuerdo sobre soberanía seguramente ya debería haber solucionado esto”, dice Jenkins, y menciona que en abril pasado, el entonces canciller británico –y expremier-, David Cameron, supuestamente estaba negociando un acuerdo, que parece haber fracasado.

En referencia a las islas Malvinas, el periodista menciona que la semana pasada surgieron comparaciones entre Chagos y Malvinas, que llevaron al canciller actual, Stephen Doughty, del gobierno laborista de Keir Starmer, a “desestimar una vez más la reiterada demanda de Argentina de la transferencia de la soberanía de las Malvinas”.

“Lo que generalmente se olvida es que antes de la invasión argentina en 1982, el gobierno de Margaret Thatcher estaba negociando una transferencia, a pesar de la preocupación expresada por los isleños. Como en el caso de Hong Kong, la historia y la proximidad geográfica hicieron que un acuerdo fuera de sentido común, posiblemente con la presencia de la ONU garantizando el autogobierno de los isleños”, dice Jenkins. “Sólo la acción temeraria del régimen militar de la Argentina arruinó las conversaciones. Pero eso fue hace 42 años”, agrega, en referencia a la guerra de Malvinas durante los gobiernos de Leopoldo Galtieri en la Argentina y de Thatcher en Gran Bretaña.

“Defender a los 3600 habitantes de las islas ahora le cuesta a Gran Bretaña unos 60 millones de libras [unos 78 millones de dólares] al año. Esto es injustificable”, cuestiona el autor. “El único futuro para las islas que tiene sentido económico está en su territorio continental adyacente”, dice, sobre la proximidad entre las islas y la Argentina.

Si Thatcher pudo ver esto en 1982 –como vio más tarde la necesidad de descolonizar Hong Kong–, ¿por qué no puede verlo hoy Keir Starmer? En cambio, quiere gastar dinero fingiendo ser un imperio tanto en el océano Índico como en el Atlántico”, lanza el autor. “Los delirios de grandeza nunca cesan”, concluye.

Fuente:

The Guardian

 

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