Dos siglos de subordinación al colonialismo inglés

El domingo pasado, Kirsty Hayes, la embajadora británica en Argentina publicó una nota en el diario La Nación donde conmemoró el bicentenario “del inicio de las relaciones diplomáticas entre el Reino Unido y la Argentina”.

9 de febrero de 2025 17:40

Kirsty Hayes, embajadora británica en la Argentina.

No es de extrañar que la embajadora lo haya hecho en el diario fundado por Bartolomé Mitre, uno de los principales -aunque no el único- integrante de la corriente anglófila que inoculó el veneno de la entrega en los orígenes de nuestro Estado-Nación a mediados del siglo XIX.

Según los dichos de la embajadora, la firma del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, el 2 de febrero de 1825, “se convirtió en el hito fundacional del vínculo más intenso que mi país ha tenido con una nación latinoamericana, y significó en la práctica el primer reconocimiento a la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata por parte de una de las grandes potencias europeas de la época”.

Una aclaracion importante, dicho tratado se firmó cuando el General Juan Gregorio de Las Heras gobernaba la provincia de Buenos Aires, en un contexto donde la Banda Oriental se encontraba invadida por el Imperio del Brasil, que era gobernado por la corona portuguesa, una de las principales aliadas de Inglaterra en aquellos tiempos.

Cabe destacar que dicho acuerdo no fue el único, ya que otras siete naciones americanas debieron firmar acuerdos diplomáticos similares con los que Inglaterra, lentamente iría hundiendo su garfio en el corazón de las nacientes repúblicas americanas.

El Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, establecía una imaginaria igualdad legal y política entre las Provincias Unidas e Inglaterra ya que la reciprocidad comercial  “favorecía, obviamente a los ingleses que tenían mucho más para vender que nosotros”, tal como sostiene Felipe Pigna en el sitio El Historiador.

La embajadora omite que previo al tratado se firmó el ominoso préstamo con la Baring Brothers durante el gobierno de Bernardino Rivadavia, el 1° de julio de 1824.

Desde Agenda Malvinas no podemos dejar de señalar que a lo largo de nuestra historia esta deuda externa contraída en 1824 con el préstamo de la Baring Brothers hizo entrar en siete oportunidades a nuestro país en cesación de pagos,  de las cuales solo cuatro fueron admitidas por la historia oficial. Hecho que por supuesto, la embajadora también omite en su nota de La Nación.

Demás está decir que cada una de las nacientes repúblicas americanas que firmaron tratados como el reivindicado por la embajadora, también fueron precedidos por prestamos de la Baring Brothers. Y es que el reconocimiento a nuestras soberanías, aludido por la embajadora, sólo llegaba de la pérfida Albión si antes se dejaba entrar a la usura financiera.

Cabe destacar que junto al reconocimiento del tratado y los fondos del préstamo (las escasas libras que llegaron a Buenos Aires, ya que la mayoría nunca salieron de Londres) también llegaron las presiones de la diplomacia británica para que las Provincias Unidas cedieran el territorio de la Banda Oriental para la creación de un Estado tapón, lo cual sucedió cuando el gobernador Manuel Dorrego firmó la paz con el Imperio del Brasil acorralado por las presiones internas pero fundamentalmente británicas, con lo que los ingleses se garantizarón la libre navegación del Río de La Plata y del Uruguay para los barcos de la Reina de los Mares. Hecho que Dorrego pagó con su vida ante la traición de los propios y la conspiración de los amigos de su Majestad británica por éstas Pampas.

La embajadora también omite la invasión  violenta a nuestras Islas Malvinas y la expulsión por la fuerza del Gobernador Luis Vernet, el 3 de enero de 1833.

Ni que decir, ni que hablar, de las invasiones inglesas de 1806 y 1807. Estas no entran en la idílica historia que nos pretende vender la embajadora. No nos cuenta que vinieron a saquear y matar. Tampoco una sola palabra sobre el tesoro de Buenos Aires del cual los invasores ingleses se apoderaron en Luján y que nunca devolvieron a las Provincias Unidas a pesar de los reclamos realizados. Por si no lo sabe la embajadora, le aportamos el dato: Beresford, Popham y sus secuaces se robaron 1.086.000 onzas españolas de plata en la primera invasión a Buenos Aires. A valores actuales, ese tesoro robado de la Real Hacienda en 1806 tiene más valor que la totalidad de las actuales reservas de la República Argentina.

Tampoco hizo mención del bloqueo anglo-francés al Río de la Plata con el cual agredieron a la naciente Confederación Argentina, durante la gobernación del hombre fuerte de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, y que perduró entre 1845 y 1850. Donde las fuerzas invasoras remontaron nuestro río Paraná aunque tuvieron su merecido y probaron una vez más la bravura de las armas criollas en las batallas de la Vuelta de Obligado y en Punta Quebracho.

Eso si, la embajadora nos habla y nos cuenta sobre la tierna historia del toro Tarquino, “el primer toro de pedigrí que ingresó a la Argentina”, para luego enrostrarnos que “hoy el 84% de las vacas en la Argentina son de raza británica”. Justo cuando el gobierno entreguista de Javier Milei, quien se dice admirador de la criminal de guerra Margaret Thatcher, priva del consumo de carne, leche y yerba, entre otras cosas, a una parte importante del pueblo argentino.

Sin dejar de lado las bondades del whisky escocés o de las tartas galesas, la embajadora nos pasea por los lugares comunes de la feria de vanidades con la cual su nación y su cultura pretenden tapar los más horrendos crímenes cometidos en nombre del progreso, el librecambio, el liberalismo y el capitalismo, burlándose de la memoria de los pueblos que, como al nuestro, han agraviado con su política arrogante de lores ingleses y con su actitud de vulgares ladrones,.

Y justamente es por eso, porque está en su esencia de rateros con flema británica que la embajadora inglesa, Kirsty Hayes, nunca hablará de devolver las Islas Malvinas, las Georgias y las Sandwich del Sur para terminar con ese crimen contra la humanidad que representa el colonialismo, que enluta los mares australes para vergüenza del mundo y del cual la embajadora no dice una palabra.

Tampoco dice nada sobre como el Reino Unido, al que la embajadora representa, instaló una base militar de la OTAN en Monte Agradable o sobre las instalaciones para submarinos nucleares que están construyendo en hermético secreto en las usurpadas Georgias, trayendo a estas latitudes la amenaza latente de la destrucción nuclear que no solo se cierne sobre nuestro querido país sino también sobre el resto de las hermanas naciones de Sudamérica.

Señora embajadora, desde Agenda Malvinas queremos decirle que con amistades como la suya, quién necesita enemigos.

 Fuentes:

 La Nación

 El Historiador

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