El Vaticano fue escenario el lunes pasado de una audiencia especial que tuvo el objetivo de conmemorar los cuarenta años del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, pacto limítrofe rubricado con el protagonismo histórico del Papa Juan Pablo II. Sin embargo, el Gobierno de Javier Milei no envió al canciller Gerardo Werthein al acto y recibió fuertes críticas por este desplante.
Como funcionario designado del gobierno de Chile estuvo el canciller Alberto van Klaverenen y para representar a la Argentina asistió el embajador ante la Santa Sede, Luis Beltramino.
La Sala Regia del Palacio Apostólico fue elegida para la ceremonia que debía incluir a sectores políticos y diplomáticos de nuestro país, siendo que participaron ex funcionarios que cuestionaron duramente el desplante de la gestión Milei.
“Resulta incomprensible la decisión del actual gobierno argentino de hacer un gesto de semejante desprecio gratuito a uno de los eventos más trascendentes de nuestra diplomacia en el último medio siglo”, señalaron los ex cancilleres argentinos en una carta de repudio luego de la reunión.
Rafael Bielsa, Jorge Taiana, Felipe Solá y Santiago Cafiero manifestaron su “más profunda condena a la decisión del gobierno del presidente Javier Milei de no participar de los actos conmemorativos por el 40° aniversario de la firma del Tratado de Paz y Amistad con la República de Chile”.
Por su parte, durante el encuentro el Papa Franciso pidió imitar el modelo de negociación que evitó la guerra entre Argentina y Chile.
Vale recordar que a finales de la década de 1970 se preveía un inminente enfrentamiento armado por los conflictos limítrofes sobre la posesión de las islas al sur del canal de Beagle. El acuerdo fue firmado en 1984 durante el Gobierno Raúl Alfonsín.
Francisco destacó el papel que desempeñó Juan Pablo II en aquella ocasión. “Ojalá prevalezca la fuerza del derecho a través del diálogo”, sostuvo el lider religioso.
A su vez, semanas atrás, el Sumo Pontífice había recibido al intendente de Río Grande, Martín Perez, y transmitió su preocupación por la militarización del Atlántico Sur, el impacto de las disputas globales en la Antártida y la necesidad de preservar estos territorios como zonas de paz.
Francisco pidió en esa ocasión ''defender con mucha fuerza'' la soberanía en el Atlántico Sur, y resaltó la necesidad de seguir "trabajando por la paz" en esa zona del territorio argentino.