En el libro “All the Countries We've Ever Invaded: And the Few We Never Got Round To” (“Todos los países que invadimos alguna vez, y los pocos que nunca invadimos”), el historiador Stuart Laycock propone una mirada inequívoca sobre la extensión histórica del poder colonial británico.
Su tesis central es tan simple como inquietante: prácticamente la totalidad de los países del mundo han estado alguna vez bajo la influencia, la presión o el control de Reino Unido, y sólo veintidós Estados no experimentaron de forma directa o indirecta la huella del poder de sus invasiones.
Laycock incluye no solo ocupaciones prolongadas, sino también incursiones temporales, bloqueos navales, presiones diplomáticas respaldadas por fuerza y actos de piratería autorizados por el Estado.
Bajo esa óptica, la lista de países “invadidos alguna vez” asciende a 171, de un total de 193 Estados miembros de la ONU, dejando como excepción a 22 naciones que no habrían conocido, según este recuento, la acción británica directa.
Entre los países que, según Laycock, escaparían a esa historia de invasiones figuran Andorra, Bielorrusia, Bolivia, Burundi, República Centroafricana, Chad, República del Congo, Guatemala, Costa de Marfil, Kirguistán, Liechtenstein, Luxemburgo, Malí, Islas Marshall, Mónaco, Mongolia, Paraguay, Santo Tomé y Príncipe, Suecia, Tayikistán, Uzbekistán y Ciudad del Vaticano.
El libro sitúa al Reino Unido como uno de los imperios más constantes de la historia mundial, con una presencia que abarcó América, África, Asia y Europa. El argumento no se limita a guerras declaradas: incluye intervenciones que, para especialistas y lectores, revelan la amplitud de un colonialismo marítimo que protegió rutas comerciales, aseguró sus ocupaciones ilegales y, a veces, instigó conflictos para favorecer sus intereses.
La obra despliega un mosaico de operaciones que van desde campañas de gran envergadura hasta acciones puntuales de carácter estratégico. Laycock dijo haber quedado "estupefacto" luego de estudiar la historia de invasiones británicas, y reveló que la idea del trabajo surgió de una pregunta de su hijo Frederick, de apenas once años, respecto de la cantidad de pueblos que habían sido invadido por los británicos.
Según el propio autor, en el libro no se contemplan intervenciones de terceros con el visto bueno o la simpatía de Londres, lo que abre preguntas sobre la delimitación entre acción directa y apoyo indirecto. Incluso hay quienes sugieren que una revisión metodológica podría haber ampliado la lista de naciones consideradas afectadas, especialmente al incluir países que, en el pasado, estuvieron bajo presión o influencia británica pese a no figurar como “invadidos”.
Casos específicos son los de Bolivia y Paraguay, mencionados como parte del grupo de 22 naciones “no invadidas” en el recuento, aunque vivieron invasiones ocurridas en 1806 y 1807 cuando formaban parte del Virreinato del Río de la Plata.
Del mismo modo, algunos especialistas sostienen que el estudio no considera a Guatemala como país "invadido", pese a que la secesión de Belice fue el producto de una larga historia de incursiones del tipo considerado en el estudio, iniciadas en el siglo XVII.
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