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Soldados de Kosovo en Malvinas: una estrategia de la OTAN para profundizar el conflicto

La guerra de Kosovo se suma a la larga lista de factores vinculados con la cuestión Malvinas. Aunque la mayor parte de los argentinos y latinoamericanos desconocen de qué se trata, este conflicto podría ser utilizado para desestabilizar la región.

18 de enero de 2023 08:37

Los ejercicios están previstos para este mes y tendrían por objetivo adiestrar en el uso de equipamiento antiaéreo.

Profundizando su política de militarización en el Atlántico Sur, las autoridades británicas preparan el adiestramiento de soldados del ejército de Kosovo en las Islas Malvinas. Se trata, según trascendió, de una colaboración gestionada entre ambos gobiernos para capacitar a las tropas de la región kosovar, en el contexto de la modernización de sus fuerzas armadas. Coordinados bajo un profundo secretismo, originalmente estos ejercicios estaban previstos para realizarse durante el mes de enero y tendrían por objetivo adiestrar a los militares de Europa del Este en el uso de equipamiento antiaéreo.

Presentada por el Reino Unido como una misión para el “mantenimiento de la paz”, la estrategia de involucrar soldados de Kosovo en el enclave que sostiene la usurpación del archipiélago busca legitimar esta ocupación en el ámbito internacional, ante la ausencia de respaldos diplomáticos hacia la posición inglesa. En los últimos años la falta de apoyo se reveló como una de las principales amenazas para el futuro de los intereses coloniales en las Islas, ya que la posición soberana argentina logró adhesión mayoritaria en los organismos multilaterales.

Pero esta situación trasciende a la disputa histórica por la soberanía de Malvinas, ya que forma parte de una agenda más amplia desarrollada por la OTAN a escala global. La incapacidad de la alianza militar del norte para imponerse a Rusia en el conflicto de Ucrania obligó a Inglaterra y Estados Unidos a recomponer su sistema de alianzas, en un escenario internacional adverso a sus intereses. El ascenso de nuevas potencias, junto con la creación de organismos comerciales independientes del dólar norteamericano, generó un quiebre en la hegemonía occidental y su política exterior.

En este contexto, patrocinar el conflicto de Kosovo representa una oportunidad ideal para desestabilizar a quienes se oponen a la agenda expansiva de la OTAN. La independencia de Kosovo, autoproclamada en 2008, es un proceso abierto en la actualidad; con altas posibilidades de intensificarse en el futuro próximo, y un reconocimiento internacional aún muy limitado. Inglaterra y la mayor parte de los países que integran la OTAN respaldan al movimiento separatista; mientras que Rusia, el bloque de los BRICS y la propia Argentina apoyan la integridad de Serbia, uno de los Estados que obtuvo su territorio tras la disolución de Yugoslavia.

Además, como consecuencia de la guerra en Ucrania y la tensión en el estrecho de Taiwán, en 2022 se produjo una toma de posición más explícita sobre la cuestión Malvinas por parte de las potencias emergentes. La usurpación de las islas argentinas en el Atlántico Sur es referida cada vez con más frecuencia como el paradigma de lo incorrecto en política internacional, y ha sido señalada como la persistencia del colonialismo en la actualidad por altos funcionarios de China y Rusia.

Comprendiendo que ya no es posible invisibilizar la ocupación de las Islas Malvinas, el Reino Unido opta entonces por gestionar nuevas alianzas que sirvan a sus intereses globales. El apoyo hacia la independencia de Kosovo es utilizado como una pantalla frente a la opinión pública, buscando justificar las acciones de la OTAN como parte de una causa justa, y colocándose a sí mismo como el campeón de “la autodeterminación de los pueblos”. Detrás de estos movimientos se esconde la necesidad de trazar líneas rojas, para regresar a una dinámica polarizada como la que predominó durante la guerra fría.

No obstante, una clave importante debe leerse entre líneas dentro de la protesta elevada por el gobierno argentino, luego que tomara estado público el entrenamiento de soldados kosovares en Malvinas. En su mensaje, la oficina de cancillería señala que esto contradice lo establecido por la resolución de Naciones Unidas en cuanto a evitar acciones unilaterales que escalen el conflicto por la soberanía de las Islas. El comunicado evita mencionar a la OTAN como el responsable de la provocación, ya que tras la guerra del Atlántico Sur Argentina comprometió su política exterior hasta el punto de convertirse en un aliado extra-OTAN; clasificación que se utiliza para designar a los estados que se encuentran asociados a esta alianza militar, cumpliendo un rol subalterno y satelital. Un hecho vergonzante frente al cual, ante la imposibilidad de dar explicaciones, la élite política argentina decide mantener el silencio.

 

Una guerra centenaria

La guerra de Kosovo en 1998 fue resultado de un prolongado conflicto por la delimitación territorial de la península balcánica, en Europa del Este. Se caracterizó por una polémica participación de la OTAN, alternativamente combatiendo o ayudando a las fuerzas separatistas, que culminó con el bombardeo masivo de la provincia y sus habitantes.

Las raíces del enfrentamiento se remontan a la creación de los estados nacionales en la península balcánica, a comienzos del siglo XX, siguiendo complejas divisiones étnicas. Durante la Primera Guerra Mundial el territorio fue integrado como el reino de Yugoslavia, hasta sufrir la ocupación nazi de 1941 que impuso el desmembramiento del estado en varias regiones independientes, como Croacia o Montenegro. Luego de la liberación, a manos de la resistencia partisana, comenzó un período socialista que se caracterizó por la división del territorio en varias regiones administrativas con representación equitativa, buscando anular las antiguas diferencias interétnicas.

Cuando el proyecto socialista perdió su conducción, en medio de una grave crisis económica, sobrevino un resurgimiento de los nacionalismos que alcanzó su punto máximo en 1992 con la desintegración del estado. Desde entonces, un movimiento pan-albano en la región autónoma de Kosovo tomó las armas para independizarse de Serbia, cuya población se identifica mayoritariamente de origen eslavo.

Aunque en un primer momento Estados Unidos consideraba a este grupo como una fuerza terrorista, en 1998 su gobierno cambió de postura y decidió apoyar a los insurgentes. Por medio de la OTAN, el Reino Unido asistió al ejército kosovar con material bélico y adiestramiento, relación que se mantiene actualmente con el envío de tropas a Malvinas. Finalmente, el alto mando de la alianza atlantista resolvió la aniquilación de las defensas yugoslavas dentro de Kosovo, mediante una operación de bombardeos que duró varios meses y se destacó por los extensos daños colaterales a civiles.

Tras la destrucción del país, Naciones Unidas determinó la creación de una fuerza para el mantenimiento de la paz bajo la coordinación de la OTAN. Las tropas rusas que participaban de la misión rechazaron operar a las órdenes de la alianza occidental, produciéndose una escalada de tensiones que anticipó al mundo la hostilidad entre ambas fuerzas. Luego de un par de décadas de estabilidad, este conflicto comenzó a reactivarse en 2022 bajo la mirada de Estados Unidos e Inglaterra, debido nuevamente a la falta de legitimidad en la delimitación de los territorios que forman a la península.

 

FUENTE:

Diario Perfil

Agenda Malvinas

Deutsche Welle

Por Agenda Malvinas

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