Las recientes declaraciones del ministro de Defensa, y candidato a Diputado Nacional por Mendoza, Luis Petri, desde Estados Unidos; han generado un debate periodístico sobre la postura real del gobierno argentino respecto a la colaboración militar con Washington. Al negar que exista un acuerdo para establecer una Base Naval para el desarrollo antártico de manera conjunta con EEUU, en Ushuaia a cambio de un préstamo; Petri parece contradecir los propios anuncios del presidente Javier Milei y las reiteradas manifestaciones de los altos mandos del Comando Sur.
En abril de 2024, la visita de la entonces jefa del Comando Sur, Laura Richardson, a Ushuaia fue interpretada por el presidente Milei como un paso crucial para la creación de una "Base Naval Integrada". En su discurso en la Base Naval Austral, Milei fue explícito al afirmar que este centro logístico, con participación de Estados Unidos, convertiría a ambos países en la "puerta de entrada al continente blanco" y reforzaría la soberanía argentina.
Sin embargo, las palabras de Petri en Nueva York desdibujan esa narrativa. El ministro descartó un "proyecto de base naval conjunta" y evitó precisar si el préstamo del Tesoro estadounidense, negociado por Milei con Donald Trump, tendría algún tipo de contrapartida en materia de defensa. Lo que sí confirmó fue que Argentina buscará "profundizar su alianza" con EEUU., un gesto que, si bien es ambiguo, se alinea con la política de acercamiento a Occidente.
Esta contradicción se suma a una serie de hechos que alimentan la incertidumbre. En 2024, la propia Casa Blanca desmintió la existencia de un acuerdo de base naval, aunque luego la vicepresidenta Victoria Villarruel insistió en que el proyecto estaba "promovido" por Estados Unidos y contaría con su colaboración. Además, el actual jefe del Comando Sur, Alvin Holsey, ha continuado con las visitas a la región, reafirmando el interés estratégico de Washington en Ushuaia y su importancia como puerta a la Antártida. Más aún, aspirando poseer una base para los submarinos de ataque rápido de la clase Los Ángeles USS Newport News, y los de la propia Armada estadounidense, de propulsión nuclear y los que realizan misiones de inteligencia, vigilancia y ataque de precisión.
Los intereses de Washington en el Sur - Sur
Para entender el trasfondo de estas negociaciones, es fundamental analizar la perspectiva de Estados Unidos sobre la región, especialmente las declaraciones de la exjefa del Comando Sur, Laura Richardson. Richardson ha manifestado en múltiples ocasiones su preocupación por lo que considera la "amenaza" de China y Rusia en América Latina.
Richardson ha sido brutalmente transparente sobre los intereses estratégicos de EE. UU. en la región, enumerando los vastos recursos naturales del continente como el litio, el petróleo y el agua dulce, y espantando con un discurso de comunismo sesentista, a las inversiones chinas, a las que acusa de tener objetivos militares ocultos y de no beneficiar a los países latinoamericanos.
Desde esta óptica, la insistencia de EEUU. en una colaboración militar con Argentina en el extremo sur no es casual. El control geopolítico de esta zona, clave por su acceso a la Antártida y a las rutas marítimas del Atlántico Sur, se convierte en un activo estratégico en la contienda global. La presencia militar estadounidense en Ushuaia responde claramente a sus intereses logísticos y científicos, y también como una forma de limitar la influencia china y rusa en una región que considera su "patio trasero".
La soberanía en juego
El dilema para Argentina radica en cómo equilibrar su necesidad de apoyo económico con la defensa de su soberanía en el Atlántico Sur, una zona históricamente sensible debido a la cuestión de las Islas Malvinas. La propuesta de una base con participación de una potencia extranjera, aliada de Gran Bretaña, genera serios cuestionamientos sobre la autonomía del país en un área de alta relevancia geoestratégica.
Mientras el gobierno de Milei insiste en que el acercamiento a EEUU fortalece el reclamo sobre las Malvinas y la Antártida, ningún analista internacional, militar o actor político serio, interpreta que esta colaboración sea el camino para recuperar la soberanía de las Islas usurpadas por Gran Bretaña; sino claramente una cesión de soberanía que compromete los intereses nacionales a largo plazo. La contradicción entre las palabras de Petri y las de Milei refleja una tensión subyacente entre la diplomacia y la realidad de los acuerdos que se están gestando, y plantea interrogantes sobre el verdadero alcance de la alianza que se está construyendo. La historia nunca tiene fin.
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